VAXVI MORANDI 60X58'5 M/T
Una vez hubo un pintor tranquilo. Tazas, jarrones jalonaban espejos dentro, por donde lo oscuro es un estraperlo hecho aparador en el salón.
Los chismes arañados por la fatiga hacían que la paciente espátula hablara con los pinceles, allí los bodegones trazados sinuosamente herían los cacharros alineados en la frontera de la mesa.
Todo ocre redicho, nombrado a fuerza de pelo lleno con óleo siena tostada, y más vajilla interrogada por el hueco tras la pared cálida arrugada entre estrías deformes y montones de hollín que no desplaza un centímetro la botella iluminada,
líquido que no recoge una pequeña estancia donde junto sus hermanas hervían las horas esperando que secaran los aceites y los lienzos no empeñados pudieran resolver enigmas.
Morandi iluminando candiles en el subsuelo frío del plato de la taza retratada. Mocedad aquiescente, avaricia los colores tierras, paleta al mínimo.